El momento dorado
Por Merlina Meiler
Hay una circunstancia dorada que hace que el timón que maneja nuestra vida vire para reencauzar su rumbo y para que de este modo, de una vez por todas, comience a dirigirse hacia el puerto señalado. Tal vez se trate de los sueños que teníamos cuando éramos niños, reflotados luego de luchar en sentido contrario, inútilmente, durante años. O tal vez sea un deseo del alma descubierto de grandes. Y con certeza, nos damos cuenta que se está por convertir en realidad: el momento dorado ha llegado.
Cada persona guarda dentro de sí la ilusión de ver concretado un deseo. Soñamos con el momento dorado que cambiará nuestras vidas para siempre, ese instante único en el que la rueda del destino girará a nuestro favor y nos abrirá un nuevo mundo, tiñendo nuestra perspectiva de colores diferentes, más claros. Nos embarga un marcado optimismo y, al mismo tiempo, tenemos emociones mezcladas porque ya nos hemos golpeado varias veces en el pasado.
La primera duda cuando sucede un imprevisto que tal vez modifique el rumbo de nuestra existencia es: ¿cómo saber si lo que se presenta es lo que estábamos esperando? Si consideramos cada hecho de nuestra cotidianeidad como una oportunidad potencial, no perderemos ninguna. Estemos atentos, más allá de las dudas lógicas que se nos presenten. Y listos para disfrutar de lo que está por producirse.
Una de las conductas típicas que adoptamos los seres humanos es la de forzar situaciones, sin darnos cuenta que en realidad el mero devenir de los acontecimientos nos irá dando un panorama de nuestras posibilidades reales. También solemos descreemos de nuestra intuición y de las señales inequívocas enviadas por nuestros deseos más genuinos. Si aprendemos a confiar en nuestra sabiduría interna y a ser fieles a nuestras convicciones y a lo que deseamos, no nos conformaremos con menos de lo que merecemos.
Estas dos conductas, el forzar situaciones y el conformismo, interfieren en la llegada a la meta a alcanzar. Con confianza (siempre más en nosotros mismos que en los demás) y manteniendo el corazón y la mente abiertos, a pesar de los altibajos y de los obstáculos, con paciencia y realismo nuestro esfuerzo se verá coronado.
Es esencial enfocarse en el presente, sin lamentarse por glorias o pérdidas pasadas y sin albergar un idealismo sordo, sin asidero, para el futuro. Demos rienda suelta a nuestras ilusiones con los pies en la tierra y el corazón mirando al cielo. Si le damos la bienvenida a los acontecimientos, tal cual se presentan, sin preconceptos estériles, desde una perspectiva relajada, los hechos acaecerán por sí solos.
Dice el saber popular: "Ten cuidado con lo que deseas porque puedes llegar a obtenerlo". Al llegar ese momento en que la realidad reflejará nuestros sueños. ¿Tendremos la mente abierta como para verlo? Tal vez lo que se presente no tenga la forma exacta que estábamos esperando, ni sea exactamente de la manera que lo imaginamos. Pero sucederá algo que nos dejará una impresión tan fuerte que las dudas quedarán atrás, y florecerá un sentimiento que nos confirmará la llegada de nuestro momento dorado.
Nada más acertado que lo que Paulo Coelho sostiene, en las primeras páginas de "El Alquimista": "Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda hacer realidad su sueño". Tu firme determinación te marcará los pasos a seguir. Un día cualquiera despertarás para ver que la puerta a la que tantas veces y durante tanto tiempo golpeaste de tantas maneras distintas, finalmente se abrió. A su debido momento, ni una hora antes.
Las variables que trasformarán tu vida se despliegan como un abanico de nuevas realidades. ¿Estás internamente preparado (o preparada) para lo que está por suceder? ¿Te darás la oportunidad? ¿Estás dispuesto a experimentar nuevas sensaciones y nuevos comienzos en toda tu vida? Porque lo que cambie en un área tendrá efecto dominó y repercutirá de maneras impensadas en las demás. ¿Te permitirás estos nuevos horizontes o algún mecanismo de boicot se activará para impedirlo?